Mindfulness al día

Meditación de amor con niños

Esta es una entrada que comparti hace unos años atrás en la querida redmindfulness.org. Estos días me acordé de este post y decidí compartirlo aquí.
Se trata de una traducción de un texto escrito por el maestro de meditación Gregory Kramer acerca de cómo realizar una práctica de meditación de amor incondicional (metta) con sus hijos u otros niños con los que tengan contacto.
Yo lo estoy practicando todas las noches con mi hijo Joaquín de 2 años y medio y se ha convertido en un hermoso momento compartido.
Gracias Gonzalo, CatalinaClaudio y María Noel por los comentarios y sugerencias a la traducción.
¡Que lo disfruten!
Link al texto original: www.buddhanet.net/metta_k.htm

Sembrando el corazón
Práctica de amor incondicional con niños
Gregory Kramer
Introducción
La práctica de amor incondicional o metta puede ser realizada de dos maneras: durante un periodo de meditación prolongado que permita desarrollar estados de concentración, o bien en la vida cotidiana (cuando uno se encuentra con personas y animales o al pensar en ellos). La práctica sistemática de amor incondicional para concentrarse de manera profunda, tal como es practicada en numerosos centros de meditación, ha sido comentada en detalle por grandes maestros, tales como el fallecido Mahasi Sayadaw y el venerable Sujiva (1).
Para aprender a irradiar metta hacia todos los seres, en este caso con niños, debemos basarnos en el caudal de conocimiento acumulado por practicantes laicos y padres. Debe ser un conocimiento que surge de años de convivir y de amar a los niños y adultos jóvenes. Gregory Kramer, padre de tres niños, nos muestra en este corto ensayo cómo pudo anclar en  la vida de sus hijos la práctica tradicional del amor incondicional realizando algunos ajustes sutiles y precisos. Hay tres aspectos en la práctica de metta que realiza Kramer con sus hijos que me parecen particularmente importantes para su éxito:
  1. Los padres deben saber y experimentar en ellos mismos cómo se siente metta y deben tener el hábito de irradiarlo a sus hijos y a todos los seres.
  2. Los niños nunca deben ser forzados a enviar deseos de bienestar a sí mismos o a otros seres.
  3. Los padres deben confiar en la comprensión intuitiva que tienen de sus hijos y ser lo suficientemente flexibles para ajustar el método a la edad, la personalidad y las características únicas de cada niño.
Hay maneras maravillosas y variadas de irradiar amor incondicional con niños y jóvenes. Espero que este ensayo aliente a los padres a compartir sus experiencias, éxitos y obstáculos en su práctica de metta en familia.
Bodhisara
Penang, 1997


La meditación del amor incondicional con niños
Desde que mi primer hijo fue lo suficientemente grande como para entender el lenguaje, he practicado meditación del amor incondicional con él a la hora de acostarse todas las noches. He hecho lo mismo con mis otros dos hijos. Han pasado dieciséis años ya. Estaré encantado de compartir algo de lo que he aprendido.
La meditación del amor incondicional es una práctica de meditación enseñada por el Buda para desarrollar el hábito mental del  amor desinteresado o altruista. Al suscitar sentimientos de buena voluntad hacia nosotros mismos, hacia nuestros cercanos y hacia todos los seres, hacemos más probable la aparición de estos sentimientos en nosotros en lugar de otros sentimientos menos deseables. El odio no puede coexistir con el amor incondicional; el odio disipa y no se refuerza si reemplazamos los pensamientos enrraizados en el odio con pensamientos basados en el amor.
El amor incondicional vuelve la mente más dócil, disminuyendo los juicios que surgen a medida que nos volvemos más sensibles hacia nosotros y los demás, conduciéndonos más allá de nuestro egoísmo. Este movimiento hacia el exterior es muy importante para equilibrar el foco interno de la práctica de meditación. Los beneficios de la práctica del amor incondicional se extienden más allá de aquellos que meditan. Esta práctica ofrece a todos la oportunidad de un altruismo amable, gozo, flexibilidad apertura. Es una práctica universal y no necesita estar asociada a un concepto religioso particular. Siempre he dado a mis tres hijos la libertad de hacerla o no. Casi todas las noches quieren practicarla. Sin embargo, si uno de ellos está irritable o enojado, le digo “¿Quieres practicar amor incondicional esta noche?” y si la respuesta es no, entonces le digo “Ok, cariño”, le daré un beso (a través de la sábana si es necesario) y le daré las buenas noches. Si ven que por mi parte está bien no hacerlo – que no va a herir mis sentimientos – entonces se mantiene como algo vivo que es parte de sus vidas. Esto evita que se convierta en un ritual con poco significado.
Sentirse bien acerca de hacer esta meditación es lo que hace que forme parte de sus vidas. Ellos asocian su propia felicidad y paz con una meditación que desea la felicidad y la paz para ellos mismos y para los demás.
También se siente bien que la práctica se haya convertido en parte de nuestra noche, tal como contarles un cuento y acostarme a su lado.
Es un tiempo de atención especial, de dulzura, fantasía, apertura mental y amor familiar.
Algo me dice acerca de cómo ellos se sienten con esta práctica el que,tras un momento de tensión, como cuando hay una discusión, todavía quieren practicar el amor incondicional conmigo. En momentos como éstos las asociaciones agradables y sanas de la meditación de amor incondicional son de un valor único.
Siempre esperé el día en que mi hijo mayor, que ahora tiene dieciocho años, no quisiese practicar más.
A pesar de que me esperaba esto, él y yo nos beneficiamos de la conexión que sentimos a la hora de dormir (y, por supuesto, en muchas otras ocasiones). En la transición de su adolescencia y su crecimiento, la independencia fue un desafío a veces, pero esta conexión especial fue muy fuerte. Ahora estoy encontrando una conexión similar con nuestro hijo del medio mientras entra en los años de la adolescencia.
Lo que finalmente sucedió cuando el mayor llegaba a los dieciséis, fue que yo me encontraba muy ocupado con sus dos hermanos a la hora de acostarse y él simplemente se volvió menos insistente respecto a mi presencia para la práctica. De vez en cuando le pregunto si sigue practicando amor incondicional por su cuenta y me alegra saber que lo hace.
Ahora, debo señalar que todo esto puede tomar mucho tiempo. Los cuentos (usualmente inventados en vez de leídos), la meditación del amor incondicional y el tiempo de simplemente “estar con” puede sumar más de veinte o treinta minutos. Con niños en cuartos separados esto puede sumar más de una hora por noche. Por maravilloso que sea todo esto, hay algunas veces en que no puedo hacerlo. Y es bueno saber que aún cinco minutos de práctica son de gran valor.
Curiosamente, cuando estoy ocupado los chicos todavía piden un “mini-amor incondicional” incluso antes del cuento o del tiempo de “estar con”. Cuando debo salir, lo hacen en mi ausencia sin problemas.
Enviando amor incondicional…
 
Así es como hacemos la práctica de amor incondicional: Les pido que cierren sus ojos y se relajen. Les sugiero que presten atención a su cuerpo, notando la sensación de estar acostados. Luego, ellos piensan junto conmigo mientras digo lo siguiente:
Envía amor incondicional a ti mismo.
Realmente ámate a ti mismo.
Desea que seas feliz.
Piensa:
Me amo.
Que pueda estar libre de enojo.
Que pueda estar libre de tristeza.
Que pueda estar libre de dolor.
(realmente quiero estar libre de dolor).
Que pueda estar libre de dificultades.
Que pueda estar libre de sufrimiento.
Que pueda estar sano.
Que mi cuerpo pueda estar sano y fuerte.
Que pueda estar lleno de amor incondicional.
Que pueda conocer la dicha de la generosidad y del amor.
Que pueda ser feliz.
Que pueda ser realmente feliz.
Que pueda estar en paz.
Extiendo este amor incondicional.
Envío amor a papá  y mamá.
Que Mamá y Papá puedan estar libres de dificultades.
Que puedan estar libres de dolor y tristeza.
Que puedan estar libres de apego, libres de enojo y mala voluntad.
Que puedan estar libres de sufrimiento.
Que Mamá y Papá puedan estar sanos y felices.
Completamente sanos y felices.
Que estén en paz.
Envío amor incondicional a mis hermanos.
Que puedan estar libres de tristeza y enojo.
Que puedan estar libres de enfermedad.
Que puedan estar libres de todo sufrimiento.
Que puedan ser felices y libres.
Libres de sufrimiento, libres de dificultades.
Que puedan estar bien y felices.
Envío amor incondicional a mi maestra y a los chicos en la escuela (incluso los que no conozco).
Que puedan estar libres de tristeza y sufrimiento.
Que puedan estar libres de enojo y dificultades.
Que sean felices.
Libres de todas las dificultades y tristezas.
Que estén bien y felices.
Que puedan estar en paz.
Envío amor incondicional ahora a todas las personas de la tierra.
Que todos los seres en este planeta puedan estar libres de sufrimiento.
Que puedan estar libres de dolor, pena y desesperación.
Que puedan ser felices.
Verdaderamente felices.
Que puedan estar en paz.
Que todos los seres del universo puedan estar libres de sufrimiento.
Que todos los seres de todos los universos, en todos lados, puedan estar libres de sufrimiento.
Que puedan estar bien y felices.
Que puedan estar en paz.
Que todos los seres de todos los tipos, en todas las direcciones, puedan estar felices y en paz.
Por encima y por debajo,
Cerca y lejos,
Alto y bajo.
Todos los tipos de seres.
Humanos y no humanos.
Visibles e invisibles.
Todos los animales, pájaros y peces.
Todos los seres y criaturas
sin excepciones.
Que todos puedan ser felices.
Que puedan ser libres.
Abro mi corazón
Y acepto el amor incondicional de cada ser y criatura a cambio.
Dejo entrar ese amor en mi corazón.
Y comparto los beneficios de esta meditación con cada uno.
Que todos los seres puedan estar bien y sean felices.
Que todos los seres puedan estar bien y sean felices.
Que todos los seres puedan estar bien y sean felices.
Que haya paz.
Que haya paz.
Que haya paz.
A continuación de la meditación cada niño recibe un beso y un “te quiero”. Me quedo acostado unos momentos y luego me marcho.
Cómo hacerlo
Esta práctica es ligeramente diferente que la que hago con mis estudiantes adultos de meditación. Hay matices que ajusto a la edad y el estado de ánimo, para hacer de la meditación algo con que los niños puedan relacionarse directa y emocionalmente.
A medida que maduran y su mundo se expande el alcance de la meditación puede ampliarse y continuar siendo congruente con su mundo. Al comenzar con algunas instrucciones en vez de con la práctica en sí misma, estoy preparando el espacio y el estado de ánimo. Esto crea una transición de escuchar cuentos a enfocarse en sus sentimientos y luego llevando esos sentimientos hacia el amor. Otro ajuste consiste en que cada persona, grupo o región hacia quienes el amor incondicional esté siendo enviado utiliza palabras ligeramente diferentes. No quiero que la práctica se convierta en rutina. Al evitar la repetición, ayudamos a que la meditación se mantenga viva y relevante.
Luego, hacemos crecer los sentimientos de amor en el suelo más fértil: lógicamente las personas (o animales o plantas) más cercanas y queridas. Los propios niños reciben la mayor atención por el simple hecho de que todos queremos que estén libres de dolor y dificultades. Cuando sabemos cómo se siente en nosotros mismos, podemos, con identificación y comprensión, extender este sentimiento hacia otros. Al fin y al cabo, son tal como nosotros y deben querer también estar libres de dolor, incomodidad y otros sufrimientos.
Extendemos el amor incondicional hacia nosotros, hacia alguien que queremos mucho (Mamá y Papá), hacia otros que queremos (los hermanos ), luego hacia aquellos que nos agradan (nuestros amigos en la escuela) o al menos algunos hacia quienes nos sentimos neutrales(los maestros, otros chicos), luego hacia todos los seres. Con adultos, la práctica va desde uno hacia un ser querido luego hacia alguien neutral, luego a alguien hacia quien sintamos rabia, y luego vamos proyectando el amor cada vez más lejos. Con niños, lentamente expandimos el mundo; no “empujamos el río”. Cuando están listos, podemos extender el amor incondicional hacia personas por las que sentimos cierta agitación.
Incluso con mi niño más pequeño ocasionalmente agrego personas por las que él pueda sentir enojo. Con mi hijo de trece años lo hacemos a menudo, aunque parece sentir poca agitación hacia otros.
Hay un elemento de improvisación en la forma en que guío la práctica. Si siento que los niños están en un lugar especialmente amoroso, puede que enfoque más en enviar amor a sus maestros. “Que puedan estar realmente libres de dificultades y sufrimiento”. Esto podría ayudarles a ver a sus maestros como seres humanos normales, con dolor, con vidas fuera del aula, que tienen sus propios errores y emociones.. Puede que también haga énfasis en ofrecer amor incondicional extra a alguien necesitado, como una abuela enferma. Se puede ayudar al niño a reconocer que cuando hay una necesidad, hay que salir de si mismo y dar algo extra.
Al expandir geográficamente el amor incondicional, trato de recorrer el delgado límite entre convertirse en un ejercicio mental (“¿Dónde queda  ese pueblo?”, “¿Qué es un continente?”) y ser tan general que no invoque sentimientos expansivos (“Oh, estamos en esa cosa de expandir que no entiendo bien, simplemente voy a quedarme acostado aquí”.). Esto aumenta en sofisticación con la edad.
Uno debe tener cuidado de no convertir la práctica en una lección de geografía, aunque un poco de misterio no viene mal (“Envío amor incondicional por toda Asia, Africa, Oceanía; a través de los océanos a todas las criaturas marinas”). Aquí lo importante es el sentimiento expansivo. Desde mí, a ellos, a toda la tierra, a todo el universo, en todas las direcciones. Esto ayuda a que el corazón crezca y se suavice., sacando a los niños (o a nosotros) fuera de sí mismos de una manera suave.
Con los niños aparecen preguntas que no aparecen con adultos, como por ejemplo una vez el más pequeño quería enviar amor incondicional a su muñequito de felpa Amarillín. Primero, le dije que Amarillín no tiene una conciencia. Esto no lo convenció mucho. Luego le dije que enviaríamos amor incondicional a Amarillín, suponiendo que “todos los seres” podían incluir a su querido muñequito. Sin embargo, cuando empezamos la práctica de amor incondicional, sucedió esto:
Yo: “Envío amor incondicional a Mamá y Papá…”.
Mi hijo: “…y a Amarillín”.
Yo: “Ok, y a Amarillín”.
A medida que mi hijo mayor maduró y su comprensión emocional se expandió, suavemente fui expandiendo la meditación. La compasión es una extensión del amor, un paso más adelante en el camino de ir más allá de nosotros para abarcar a otros. Así, luego de recibir las instrucciones, el mayor podría permitirse, luego de haber enviado amor a todos los seres, sentir el sufrimiento de otros, dejando que su corazón resonara con el dolor de los demás. Esto fue realizado de una forma amable y no dogmática. Puede que el mismo haya sentido una sensación sutil de respeto y madurez , al ser capaz de crecer en su práctica de esta forma.
No lo puedo decir con certeza, pero es mi esperanza que esta compasión crezca en mis hijos a medida que alcancen más profundidad en el complejo y rico mundo social de la adultez joven, y que así actúen como un contrapeso de la arrogancia y juicio que reina en este territorio.
Espero particularmente que puedan desarrollar una compasión genuina por los menos afortunados, gente que no tiene suficiente para comer, o sin casa o vestimenta adecuada, gente que vive en zonas de guerra o golpeadas por epidemias.
En nuestra sociedad privilegiada, donde muchos de nosotros no vemos los confines del sufrimiento humano, quiero inculcar activamente la capacidad para la compasión. La compasión en sí misma crecerá con su experiencia.
Trato de hacer esto sin mucho apego a los resultados o al proceso en sí mismo. Si mis hijos deciden que no quieren hacerlo más, espero que pueda soltarlo con liviandad, pero por ahora como en los últimos dieciséis años, ellos valoran la práctica de amor incondicional.
Notas
1. Ver: Brahma Vihara Dhamma, por Mahasi Sayadaw.
Meditation on Loving Kindness, por el Ven. Sujiva.
Sobre el autor
GREGORY KRAMER es un estudiante de meditación de introspección (vipassana) de larga data, habiendo practicado con varios maestros asiáticos. Ha enseñado vipassana desde 1980. Dirige la Fundación Metta y promueve el Insight Dialogue (Diálogo Introspectivo), una práctica de meditación interpersonal.

1 comment for “Meditación de amor con niños

  1. Susana Matellan
    23/07/2017 at 09:43

    Muchas gracias por compartir la experiencia.