La experiencia de ofrecer un Programa de Mindfulness para pacientes con cáncer en el Hospital de Boulogne.

Cuando un mar de intenciones, fuerza y amor se unen para ofrecer de corazón.

Eso es lo que sucedió el año pasado cuando decidimos ofrecer de manera gratuita un programa de Mindfulness en un hospital público de la Provincia de Buenos Aires, dentro del área de Psicooncología,  para  personas con diagnóstico de cáncer en diferentes estadios de la enfermedad.

Desde que comencé a meditar hace casi dos décadas supe rápidamente que todo to que la práctica me mostraba y transformaba no era sólo para mí. Entendí allí mismo que los frutos de “mi práctica” se podían ofrecer y al ser compartidos, me di cuenta que todo se seguía transformando.  Luego y sin querer, fui descubriendo un profundo sentido en poder ofrecer la práctica misma a otros. Esto significaba para mí, aprender a generar y confiar en las condiciones para que la práctica llegue a los lugares más oscuros, necesitados y luminosos de nuestro cuerpo, mente  y corazón. Es así como desde entonces y de diferentes maneras (a veces más institucional y formal, otras más personal o individual y silente) hemos ofrecido, desde la Sociedad Mindfulness, instancias de transmisión de aquello que nos había sido dado.

La experiencia en este Hospital durante el 2017 ha sido un claro y amoroso trabajo en conjunto, donde muchas manos e intenciones perseverantes y activas se unieron para que sea posible. De la mano de Fernanda Porcelli, miembro coordinador de la Sociedad Mindfulness, nos embarcamos en este viaje de dar y recibir … y éramos varios más!

Estuve presente en la primera clase donde el círculo de conciencia se conformaba y la confianza de otro presente posible ya se vislumbraba y también estuve en la última clase donde la alegría y apreciación de estar vivos nos abrazaba. Todavía hoy recuerdo sus voces, sus ganas de vivir, sus despertares a una vida posible con mayor apreciación y pausa para poder abrazarse en medio del dolor, la incertidumbre y la conciencia de respirar hoy.

Agradezco tanto haber podido ser uno de los hilos invisibles en esta red que entre varios tejimos y sostuvimos.  Me detengo ahora al escribir esto y valoro una vez más ser parte de este equipo de personas que conformamos la Sociedad Mindfulness, caminando guiadas por intenciones comunes que nos llevan a tomar acciones que nos dan sentido.

Les comparto aquí abajo la crónica que escribió Fernanda dando cuenta de este largo proceso en ella y en todos nosotros ! Ojalá puedan leerla y compartir esta alegría con nosotros y con tantos otros.

Hay algo en mí que confía en que estos hilos se puedan seguir tejiendo y creando una red más grande y segura con cada uno de ustedes allí siendo testigos de esta experiencia.

María Noel Anchorena

Hace aproximadamente dos años atrás comencé a formarme y a soñar con la posibilidad de llevar la práctica de Mindfulness a personas que estuvieran atravesando un diagnóstico de cáncer, ya sea su etapa de tratamiento o acercándose al final de su vida. Llegó a mis manos el libro de “Mindfulness para el Cáncer” de Trish Bartley, Ph.D y creadora del Programa: Mindfulness-Based Cognitive Therapy for Cancer, un Programa de ocho semanas de entrenamiento. Allí comencé a soñar con la posibilidad de acercar este Programa y poder llevarlo adelante, para lo cual María Noel Anchorena fue una fuente de apoyo, inspiración y guía muy importante para mí.

Fueron dos años de estudiar y soñar con la posibilidad de que Trish Bartley, su creadora pudiera supervisarme. Y así sucedió. Sin embargo, no resultó todo tan sencillo, pues había que encontrar un lugar que nos abriera las puertas, que confiara en nosotros y sobre todo que nos confiara a sus pacientes, Era de esta manera en que podríamos ofrecer gratuitamente en una institución pública este programa para que todas las personas que lo necesitan pudieran acceder a esta oportunidad en este momento de sus vidas.

Como siempre digo: “los sueños y los logros no son nunca personales sino una sumatoria de intenciones de diferentes personas”. Una de ellas fue la Lic. Claudia Mon que conozco de hace ya varios años y a quien aprecio y quiero. Al contarle de este proyecto, rápidamente nos abrió las puertas del Hospital de Boulogne, en donde se desarrolla desde hace varios años un grupo de cuidados paliativos de la mano de la Lic. Marta Boero y la Lic Paula Muller, y donde se reúnen todos los lunes para compartir y sostenerse en su sufrimiento.

La aventura comenzó en Marzo del 2017, donde nos reunimos por primera vez con Marta, Paula y el Dr. Nestor Tamburini, Jefe de Servicio de Salud Mental. En este encuentro comenzamos a sembrar la confianza y logramos llevar a cabo dos talleres con el equipo: uno específicamente sobre Mindfulness y el otro acerca de cómo era el Programa de Cáncer y Mindfulness. Una vez más, la práctica es la protagonista y la que abre las puertas cuando toca los corazones de quienes se asoman a ella. Nos dieron permiso y abrieron su espacio y su corazón para que por primera vez el Programa de Cáncer y Mindfulness fuera posible.

En la cocina de la Sociedad Mindfulness y Salud con en el “sí” en las manos comenzamos a trabajar, desde el armado del contenido del manual que lleva el Programa hasta encuentros de supervisión con María Noel Anchorena y Santiago Nader y poniendo todo su conocimiento no sólo de Mindfulness sino de interpretar y diseñar cómo era ese manual para adaptarlo a esta publicación en particular. Varias horas de ajustes  revisando y estudiado la curricula hasta llegar a la versión final que llegaría a los participantes.

Contar el sueño a otros abrió la posibilidad de que otras personas pudieran ofrecer su aporte tan necesario. Una amiga y colega, que en otro momento fue artesana, fue quien donó su tiempo con amor para hacer las 30 pulseras de la Compasión, gracias a Romina Schiavi. Sofia Bertello imprimiendo y armando a contra reloj los manuales y Benita que nos ayudaba a anillar los cuadernillos en el medio de su día de trabajo mientras y nos daba una mano en la Sociedad Mindfulness para que todos los amigos que llegaban a nuestra casa se sintieran a gusto.

Cuánto amor. Cada vez que me acuerdo, los ojos se me llenan de lágrimas, de agradecimiento profundo y de una enorme alegría de saber que somos un equipo que trasciende las paredes de la Sociedad Mindfulness con la firme intención de ayudar a aliviar el sufrimiento de otros. Como verán los logros no son míos ni de nadie sino que son la sumatoria de muchas manos y corazones, por eso son de todos. Paralelamente soñaba que Trish Bartley su creadora, pudiera darnos su apoyo y experiencia. Fue en ese momento que escribí un mail colmado de esperanzas y volvió lleno de apoyo y compromiso de su parte.

El 11 de Septiembre de 2017 a las 15hs. allí estábamos con María Noel, Marta, Paula, Claudia y mi amiga Silveria quien apoya y comparte mis locuras, para ayudarme a filmar lo que allí iba a desplegarse, y ellos: los 30 corazones en ese círculo enorme para explorar juntos por primera vez.

La primera clase tuvo como objetivo poder conectarse con el sufrimiento, el dolor físico, la incertidumbre de la vida y la muerte. Los participantes estaban ahí abiertos presentes con su dolor y sufrimiento pero ávidos de conectarse con la vida. Cada clase fue una experiencia única que fuimos caminando juntos y donde aprendimos, nos reímos, lloramos, nos sostuvimos con el miedo y nos abrazamos.

La práctica, una vez más, es la que atraviesa y hace la magia de estos ocho encuentros. El Programa tiene la amabilidad sostenida en la práctica y en cada ejercicio que se propone, ofreciendo desde la conciencia del auto cuidado lo que cada uno de los participantes necesita momento a momento, desde donde realmente están, desde lo que su cuerpo puede en cada momento.

Voy abrir el círculo para mostrarles desde sus líneas cómo vivieron ellos el proceso y presentarles a este grupo maravilloso de personas que celebran la vida desde donde están. Así celebran la vida.

 

Tuve la posibilidad de volver al mes y compartir la práctica y sorprenderme una vez más, que muchos de ellos siguen practicando y que la experiencia del programa ha modificado su vínculo con la enfermedad y su vida en general. Agradecimiento es lo que siento de poder compartir la práctica, de valorar y celebrar la vida. De eso se trata este Programa.